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Quebrantahuesos (1952) es un claro ejemplo de cómo Parra y sus colaboradores —entre ellos Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky— desafiaron las normas establecidas al asumir una actitud neovanguardista al trasladar la poesía del libro a las calles. Esta intervención consistió en una serie de collages que emulaban portadas de periódicos, exhibidos en vitrinas ubicadas en dos lugares estratégicos del centro de Santiago: la calle Ahumada, frente al restaurante El Naturista, y la calle Bandera, frente a los Tribunales de Justicia. Estas ubicaciones no fueron elegidas al azar. La calle Ahumada, y en particular El Naturista, tenía un profundo significado histórico, ya que había sido un sitio de protesta social durante los días previos a la caída de Carlos Ibáñez del Campo en 1931. Ismael Valdés Alfonso, dueño del restaurante, era conocido por su postura antiibañista, y su establecimiento se convirtió en un centro de reunión para estudiantes y manifestantes. Al elegir este lugar para la exhibición de Quebrantahuesos, Parra y sus colaboradores evocaban deliberadamente una tradición de disidencia política, vinculando su intervención artística con un espacio cargado de memoria social y resistencia.
Los collages de Quebrantahuesos se construían a partir de fragmentos de titulares de periódicos que, al ser recombinados, producían frases nuevas cargadas de humor y crítica. Titulares como “TRUMAN acusó a Rusia de querer toda la camioneta” o “GORDO ESPECTACULAR ha sobrepasado todo límite de consideración y respeto” son ejemplos de cómo este proyecto jugaba con la lógica del lenguaje mediático para subvertir su función tradicional. A través de la sátira y la ironía, Quebrantahuesos no solo desafiaba el poder de los medios de comunicación, sino que también cuestionaba la relación entre letra y poder en un contexto político dominado por las tensiones de la Guerra Fría…